2015 dice adiós de una forma abrupta, vertiginosa y dejando una huella, para muchos imborrable, para otros sin trascendencia.
Para México 2015 significa un año más de sobrevivir, de subsistir a pesar de todo, de salir avante a pesar de los vaticinios que siempre son desalentadores y llenas de expectativas buenas sólo para la clase política, para la alta burocracia y para esos miles de servidores públicos, que al final nada más se sirven a sí mismos.
2015, no ha sido el mejor año para la población, para pequeño comerciante, las amas de casa, para el salario mínimo, para la canasta básica, para la calidad educativa, la seguridad social, la salud, el tema laboral y todos esos temas escabrosos que se acaban odiando, porque sin ser tema de discusión, si son aspectos que se viven todos los días.
En un mes todos estaremos pensando en los buenos propósitos, en las deudas, los regalos, la idea y la fe de algo mejor para un 2016 que nos llenará de noticias alarmistas, campañas políticas, fútbol, distractores sociales, mentiras contadas como verdad y verdades que nos resistimos a creer, porque al final a veces resulta que sentimos vivir en el país donde no pasa nada.