No es que nos hayamos fastidiado del tema, o que la imagen del representante de San Pedro en la tierra haya sido sobreexpuesta en todos los medios de comunicación habidos y por haber, no, no se trata de eso, se trata de que nos empapamos de esperanza y fe, esto literalmente, pues durante 6 días las empresas televisoras – principalmente- las alineadas al gobierno, se encargaron de dar a conocer cuánta información se creía podía ser relevante para la vida de los mexicanos.
Desde los autos a utilizarse o la falta de blindaje de dichas unidades, todo, absolutamente todo se convirtió en noticia, en ardiente información que podía explotarse para demostrar la humanidad y bondad del peregrino argentino, que sin duda llegó por demás informado sobre la situación social, política, económica, laboral y de seguridad de este país, que lo recibió con más plegarias y necesidad que con devoción ciega, aunque siempre hay sus excepciones.
Francisco Bergoglio, el Papa Argentino, llegó a México el 12 de febrero procedente de la Habana Cuba, en donde también se reunió con otro líder religioso, nada más y nada menos que de la Iglesia Ortodoxa Rusa el cual ha presentado denuncias por las múltiples persecuciones que su credo ha tenido a lo largo de la historia y en algunas partes del mundo.
Francisco Bergolio, su visita e itinerario abarcaban, por supuesto, la Basílica del Santuario de la Virgen de Guadalupe, en el emblemático cerro del Tepeyac, pues el líder católico dijo alguna vez, que esta visita a México obligaba estar con la madre de los mexicanos; entonces todas las miradas se volcaron sobre la locura de fe y vialidad en que se convirtió la recién nacida Ciudad de México, que como siempre, supo recibir y tratar mejor al visitante que a sus propios habitantes.
Todo fue fervor; primero la capital de la nación, en donde se dejaron ver finos representantes del pueblo y sus familias completas, hasta delincuentes de poca monta que alguna vez también se reunieron con el famoso y malhechor “la Tuta”; todos estaban ahí porque era la hora de expiar sus culpas, de buscar las indulgencias a partir de un bello presente que era dado desde el corazón, era la hora de tomarse la foto, de aparecer a cuadro sin mayor esfuerzo.
Los discursos fueron muchos, la retórica que animaba fue buena, convincente, llena de significado para un pueblo que busca aún en las palabras lo que las acciones han demostrado es al revés.
Encuentros fueron y vinieron, Chiapas, se llenó de luz y color, de igualdad, de indígenas mezclados con la élite de poder; Michoacán se enfocó en ponerse bonito y transformarse cual mariposa; el mismo Ecatepec limpio sus calles no sólo de perros, sino hasta de indigentes y personajes non gratos; Ciudad Juárez parecía lo que nunca es, parecía limpia, llena de fuerza, parecía realmente la frontera para alcanzar el sueño americano, todo en blanco y amarillo para olvidar por un rato que esa tierra que vio nacer a Juan Gabriel representa también a la muerte en todas sus formas.
Se vivieron 6 días que el México de hoy no olvidará, con todo y disco grabado por las estrellas del canal televisivo, 6 días en que los regaños del pastor, las llamadas de atención del hombre de Dios hacia el gobierno, el presidente, el poder y la iglesia misma, no pasaron desapercibidos, no nada más por las muchas horas de transmisiones y enlaces en vivo, sino por las imágenes captadas por el ojo visor de buenos fotógrafos y los muchos memes que sin duda alguna recordaran de forma precisa que se gastaron varios cientos de millones de pesos en arreglar la casa para recibir dignamente a las visitas, que se evitaron reuniones con padres y familiares de gente desaparecida, de gente perseguida, de jóvenes sin trabajo, de gente del pueblo que de nuevo vio lo terrenal y lo frío del poderío con las zonas VIP para ver de cerca al apóstol que gusta del futbol.
La visita pastoral ha terminado, ahora nos queda la resaca, como suele ocurrir con los grandes festines, no sólo por el dolor de cabeza monetario, sino por las cifras que se fueron anexando al cúmulo de información que se decía de vez en vez.
Ejemplo claro, las muertes de gente que enarbolan un gafete de prensa en un Veracruz inestable y peligroso, en un Monterrey que permite mueran sus presos porque viven prácticamente bajo un sistema de estado independiente, en un país manchado de sangre que poco a poco se convierte en río; cruda moral y económica que afecta los bolsillos con un salario miserable, con un gobierno descarado y transa, con senadores que hacen su puente laboral para no afectar sus trabajos legislativos; todo termina vestido de fe y esperanza, pero al final se muestra una idea de dogmatizar las conciencias bajo lemas baratos, bajo programas televisivos que lavan el coco social, bajo rosas blancas, bajo viento de ventilador, bajo fe ciega que reza, pero no acciona, bajo besos y admiraciones terrenales que no hacen la diferencia en una nación que prácticamente y a pesar de la fuerza de la fe, ya perdimos.