Por: Flora Celia Palacios Ruíz
Pensar en estudiar la educación superior en México, muchas veces se convierte sólo en eso, en simple aspiración, en sueño; no sólo por los costos que implica con relación a traslados, cambio de domicilio y ya ni se diga pagar una colegiatura, más el material que se utilice en dicha carrera universitaria.
Ejemplo de ello son las cifras de estudiantes rechazados a estudiar en la máxima casa de estudios del país, así es, la UNAM, este año sólo acepto al 8.6% de sus aspirantes, es decir de los casi 200 mil alumnos de bachillerato que presentaron examen de admisión para ingresar a sus filar, sólo fueron aceptados 16 mil novecientos cincuenta y ocho, esto en sus 2 rondas de aplicación de exámenes.
Las cifras se ubican tan sólo en la UNAM, pero en todo el país los datos fríos de estudiantes que no logran entrar a la universidad son altos, ya ni se diga de los niveles de deserción en este grado, pero de eso no dan cuenta los promos gubernamentales, las buenas noticias del gobierno que dicen están moviendo a México, hay que recordar: los lemas de campañas o de gobierno nunca está completos, hasta que acaba la gestión del susodicho es cuestión, y por tanto, la falta de oportunidades académicas para los jóvenes los está moviendo a ser una mano de obra barato, no calificada y por tanto explotada.
La formación académica universitaria importa y mucho y más aún si se hace con la convicción de mejorar para dar y tener una nación mejor en todas sus formas.