Hace ya casi dos semanas que se dio el aumento a la gasolina y de la tarifa eléctrica para el sector industrial y comercial, en donde la gasolina magna cuesta 13.98 pesos; el diésel se vende a 14.45 pesos por litro y la premiun se mantiene; esto representa otro aumento en tan sólo dos meses y muchos miembros del gabinete de Peña, apuntan que esta acción no tiene una reacción en los bolsillos del pueblo mexicano, por el simple hecho de que no cuentan con automóvil, ¿así o más estúpido?…
Lo cierto es que el impacto se siente ya, de forma tal, que las familias empiezan a ajustar sus gastos, no sólo en lo que el uso del auto se refiere, sino en las compras, en la adquisición de la canasta básica que cada año se reduce más, que cada compra eleva más la cuenta y que cada vez integra a la despensa menos productos.
El asunto no es hoy, o sí, pero el panorama a distancia se ve tétrico, pues mientras se dan discursos sobre apretarse el cinturón, diputados, senadores y el mismo Peña Nieto se elevan modestamente sueldos y extienden su límite de gastos, burlándose así de forma descarada de la población, que espera sin ansía, sin mucho ánimo a que llegue la noche del 15 de septiembre, para gritar algo, pero no un ¡Viva México!, simplemente para gritar, para embriagarse si es posible con tequila o cerveza, los cuales según los comercios a nivel nacional, elevan sus ventas en casi un 40 por ciento, poniendo el dedo en la llaga, cuando se dice, se piensa y se ve, que la economía nacional no mejora, pero en casos tan extremos como en la compra de bebidas alcohólicas, para festejar algo – aunque no se sepa qué- la pobreza es lo de menos.