La nota chacotera: La cacareada reaprehensión del Joaquín “El Chapo” Guzmán.

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Por: FCPR

Dicen que el mundo esperaba que de nueva cuenta lo aprehendieran, que México estaba ansioso porque este peligroso delincuente estuviera tras las rejas (otra vez), el presidente Peña, dijo en su breve y emotivo discurso que “ordenó su captura y que esa orden fue llevada a cabo” y de forma tan eficaz un grupo de élite – casi casi de película- persiguieron a este hombrecito y en los Mochis Sinaloa lo agarran en un motel.

Los noticieros saturan su información con todo lo relacionado a este respetable capo de nuestra era, encabezados televisivos alardean el trabajo conjunto de inteligencia de los tropas encargadas de su aprehensión, cortan transmisiones para dar espacio a la presencia del hombre que vive en los Pinos y que bajo una cortina de aplausos y vitoreos intentan aminorar las fuertes críticas que la prensa internacional ha hecho a su imagen y su labor como dirigente de esta nación en los últimos meses.

El Chapo Guzmán, me permitiré un poco de familiaridad, es un personaje que trasciende por encima de la política, es un pieza fundamental del ajedrez; unas veces puede ser el rey, otras el alfil y otras más el mismo dueño del tablero, que con su detención logra – tal vez – hacernos olvidar que el dólar es todo un adulto con sus más de 18 pesos, que el barril del petróleo mexicano y su precio es cosa de risa o para llorar, que la muerte de Joaquín Gamboa Pascoe, quien fuera líder de la CTM, y sus 93 años, es más dolorosa que la muerte de la joven política que asumiendo su cargo como presidenta municipal en Guerrero, es acribillada en su hogar por delincuentes de poca monta.

El discurso político lleno de auto alarde por los logros alcanzados con esta detención, es muy bueno, es casi esperanzador, es, por así decirlo, una clase de autoayuda que motiva y saca del desencanto a todo México; cómo no sentirse movido por las palabras que aún retumban en los oídos y que afirman: “esta detención habría de suceder…hoy México confirma que sus instituciones tienen la fortaleza para superar las adversidades…” y la retórica sigue hablando de todo lo que se debe o no hacer para de nuevo tener la confianza de la gente, del mundo, o hasta de sí mismos.

Felicitaciones van y viene, diputados y senadores, hablan, dicen, discrepan; la prensa internacional online apunta los logros y sigue con lupa cada paso; el delincuente que ahora será trasladado a no sé dónde será la nota que interrumpa todos los espacios noticiones, las redes sociales, los memes y las pláticas entre conocidos.

El futuro nadie lo sabe, sobre el Chapo, hablan de su poder, de su impacto en la economía, de la probable extradición a USA, de lo bueno o malo, de lo peligroso y amenazador que resulta un personaje así dentro de nuestra fina y sensible sociedad; y aun así el discurso oficial no acaba de convencer, porque se regresa a lo mismo pensando que se cumplió aprehendiendo a un traficante de drogas, de armas y del miedo, se pide que como sociedad confiemos, que pongamos la vida en sus manos, se les olvida que ya lo hemos hecho, que este país poco a poco se cansa del circo y la parafernalia, se cansa de los números de muertos, de los acribillados en la sierra de Guerrero, en Michoacán, aquí o allá; México está alcanzando su nivel de resistencia, el atrapar a un narcotraficante como Guzmán Loera, no es garantía de nada, no sirve para la vida diaria y si se pide con reiteración confiar en las instituciones, entonces la palabra todavía no llega a ser acción que convierta la incredulidad en certeza y empatía.