POR: FCPR
Cada día en el cual hay que hablar, se debería agradecer por la capacidad que poseemos de comunicarnos, de expresar, de emitir sonidos, de escuchar y percibir el ruido, el ambiente, de crear eso que hoy pasa con tanta rapidez, de eso que vemos con historia y que en plena era de la premura, el olvido es su mejor aliado.
La comunicación más allá de ser un recurso humano de crecimiento y desarrollo social, es y representa la posibilidad de un todo, de descubrir mundos, de crearlos, de transmitirlos y de trascender en el tiempo; la comunicación es más que un simple palabra que se escucha bonita como carrera universitaria, como título de un libro o como retórica del discurso diario; comunicar es creer de verdad que poseemos algo en común, no sólo como raza, sino como seres de voluntad, como entes civilizados que logran a través de ella, vivir y dejar vivir y por supuesto respetar.
Comunicar es mucho para todos, no es la moda es lo de siempre, lo que los idealistas se aferran en llamar existencia plena; que empieza por permitir al otro la expresión libre, por encima de nosotros mismos, comunicar es escuchar y aunque suene sencillo es muy difícil darle la atención necesaria a un semejante.
Basta con mirar los últimos videos de políticos que corren evasivos en lugar de sostener conversaciones con su pueblo, con ese pueblo que los eligió aunque haya sido por error; y es ahí en donde se ve con suma claridad que no todos fuimos hechos para comunicarnos con eficacia, porque si bien se oye, no se escucha, si bien se emiten palabras, no se logra expresar con claridad y convencimiento, si bien podría comunicarse, la falta de voluntad marca la pauta para que la comunicación simple y llanamente no se dé.
Entonces pues, la comunicación no es un chiste y más aún en ciertos rubros de la vida del hombre o la mujer (ja ja ja ja!) que viven en este país; como por ejemplo aquellos en lo que se involucra el poder, el dinero, la fama, el liderazgo, la política, pero sobre todo el servicio y la función social, que para muchos –demasiados quizá- representa más un asunto de divinidad que de calidad humana o empatía, un poco de talento y un mucho de decencia, pero de eso, de ese tema hablaremos después.
Hoy sólo queda pensar que: “hablando se entiende la gente”…, por eso antes de hablar primero aprendamos a escuchar.