El México que nos urge hoy.

el Mexico que nos urge

POR: FCPR
Hay un dicho que a letra dice, la autocrítica, engrandece, cuánta razón cita estas simples palabras, cuanta verdad hay en tan breves letras, cuanto de todo, de lo que no nos atrevemos a ver hay en tres simple vocablos.

La verdad nos duele, nos lastima, cala los huesos y la propia seguridad que consideramos intocable, la mentira dicha por nuestra propia boca y creída por nuestras propias consciencias, taladra nuestras mentes, endulza los oídos, nos llena de sonrisas efímeras, nos coloca en una cómoda posición que logra inundar la cabeza de humo, nos hace reyes de una verdad que sólo es cierta para nuestros adentros.

Tenemos la firme convicción que nuestra verdad, esa que repetimos cada día, es buena, es productiva, es benévola, es la verdad absoluta, y que ella y nada más que ella debe ser atendida por todos, aplaudida, alardeada, vitoreada y por qué no, hasta imitada, en palabras llanas, nos creemos como humanos, infalibles, perfectos, exactos, divinos y ya rayando en la locura, celestiales.

La autocrítica no es otra cosa, más que la revisión para nuestros adentros, el yo que no vemos con frecuencia, el ego que nos motiva a ser quienes somos, es el escarbar para la cavidad mental y de consciencia, la de la razón y el entendimiento, el lado pensante y no la víscera que nos gana comúnmente en las discusiones a las que rara vez se llega a algo nuevo y bueno.

La autocrítica es el análisis de la persona que vemos todos los días al espejo cuando lavas tus dientes, es preguntarle a ese o esa, qué ha sido de su esencia, de su satisfacción, de su elocuencia con sus ideales y su forma de vida, de su congruencia entre su pensamiento, su dicho y su acción.

La autocrítica es poner en la balanza lo que eres y dejaste de ser, lo que buscas y lo que perdiste en el camino, ser autocrítico va más allá de decir que no te gustas con tal o cual tipo de cabello, que no te gusta tu apariencia, tu voz, tu físico, no, de eso no se trata todo esto, la autocrítica se trata de desenmarañar el camino que elegimos y las formas de avanzar por él, de los resultados, de los esfuerzos, de la gente que nos rodea y aporta cosas buena y malas para nuestra vida.

La autocrítica no tiene nada que ver con las apariencias, con lo que los demás ven, esto ni siquiera es siquiera importante, si por dentro el engranaje del reloj personal no funciona, y esto no sólo se apunta para el individuo como tal, sino para el ser social, el que forma parte de un organismo, una empresa, una iglesia, una comunidad, esa misma comunidad que requiere ser analítica para sí misma, y no por quedar bien con el vecino.

Nos urge como sociedad, como grupo, como empresa, como país actos continuos de auto valoración y digo valorar en forma reflexiva, crítica y si se pudiera lo más objetivamente…

México debe despertar por su bien, por el bien de todos los que somos y nos decimos mexicanos, debemos dejar de creer en los redentores, los ideológicos con promesas mesiánicas, los iluminados; no exijamos a la política lo que como sociedad no somos capaces de ofrecer: autocrítica y acción