La falta de educación civica.

Muchos son los cambios que se han generado en las escuelas y que son entendibles de acuerdo a los avances científicos y tecnológicos.

Así, podemos entender la incursión de las TIC  en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la renovación de los contenidos temáticos, y el hecho de pasar de la escuela tradicional, donde se pensaba que el maestro lo sabía todo, a considerar hoy al docente como un facilitador que lleve al alumno de la mano, para enseñarle a aprender.

Hoy se habla también de Aprendizaje Combinado. En donde las instituciones educativas, particularmente los docentes, deben rescatar algunos elementos del método tradicional y combinarlo con actividades atractivas para los niños y adolescentes, utilizando las nuevas tecnologías de la información.

Sin embargo, considero que hay prácticas que no deben dejarse de lado por ningún motivo, de la misma manera que no debió nunca abandonarse en la familia, el inculcar a los hijos el desarrollo de valores como el respeto a las personas, animales y medio ambiente; la puntualidad, la honestidad, la humildad y la honradez, entre otros.

Una de esas prácticas es la educación cívica, particularmente, el respeto a nuestros Símbolos Patrios: el Himno, el Escudo y la Bandera Nacionales.

Esta acción se logra con la realización del Acto Cívico los días lunes de cada semana,  en el cual deben estar presentes todos los grupos debidamente  formados alrededor del patio escolar, acompañados por los docentes, personal administrativo y directivos. Acto en el que participa toda la escuela de manera activa, rotando la intervención de los grupos de todos los grados, los cuales deben hacerse cargo de organizar el evento cívico. Los presentes requieren presentarse de blanco o con uniforme de gala, y mostrar respeto guardando silencio y participando en las ocasiones que se les solicita.

El grupo en turno debe seguir un protocolo inamovible, que inicia con el solemne recibimiento del Lábaro Patrio bajo el sonido de los tambores, ya sea por la Banda de Guerra de la propia escuela o con un sonido grabado. En este momento, todo el alumnado debe guardar silencio, pararse firmes y saludar. (Foto: salutación a la Bandera)

Posteriormente se pronuncia el Juramento a la Bandera, liderado por un alumno; quien dice una frase del texto y el resto debe repetirla después de él:

Bandera de México,
Legado de nuestros héroes,
Símbolo de la unidad de nuestros padres y de nuestros hermanos,
Te prometemos
Ser siempre fieles,
A los principios de libertad y de justicia, 
Que hacen de nuestra Patria,
La Nación independiente,
Humana y generosa,
A la que entregamos nuestra existencia.

El programa sigue con la lectura de las Efemérides y el canto de nuestro glorioso Himno Nacional. Finalmente se despide a la Escolta en la misma postura de respeto con que se le recibió, y con ello concluye el acto, continuando con las clases normales de la jornada.

Un evento sencillo pero muy significativo, cuyo objetivo era y es, inculcar en el niño y el joven el respeto a los Símbolos Patrios y desarrollar nuestra identidad como mexicanos.

Sin embargo, me queda claro que la labor no es solo de la escuela. Gran parte de la formación del individuo involucra a los padres, quienes deben reforzar diariamente con acciones que hereden a los hijos parte de esta educación cívica. Y hoy viene a colación al acercarse el 24 de febrero, Día de la Bandera, fecha en la que algunos municipios se preocupan por realizar actos para reforzar el amor y respeto a nuestra Enseña Nacional.

No me atrevo a decir que la práctica de hacer actos cívicos se haya perdido porque sé que las escuelas, sobre todo Primarias y Secundarias, realizan estos eventos cada semana. Sin embargo, debo ser honesta y confesar que he sido testigo de un sinfín de faltas de respeto durante ellos: alumnos que platican y se ríen durante el evento, poca  atención, jugar con el celular durante el acto, no saludar a la bandera, ni saberse el Himno Nacional.

Pero si los papás permiten que sus hijos les falten al respeto cuando son las personas que les dieron la vida; cómo lograr que desarrollen este sentimiento hacia objetos o sonidos que no representan nada para ellos, cuando no se les ha enseñado desde pequeños.

Jo Cobos