Mientras el país estaba al pendiente de noticias como la muerte de Juanga, o la visita de Trump a Peña Nieto, hubo un evento que pasó desapercibido ante el pueblo mexicano: Los Juegos de la Trisomía.
Estos juegos fueron creados para los deportistas con Síndrome de Down, ya que estos no cuentan con una categoría en especial para competir en los Juegos Paralímpicos.
Los 31 competidores que conformaron el equipo participaron en los primeros Juegos de la Trisomía en Italia en el mes de julio.
Al contrario de nuestros competidores mexicanos en las Olimpiadas de Rio, estos deportistas trajeron a casa 44 medallas, de las cuales 20 fueron de oro, 14 de plata, y 10 de bronce, habiendo competido en atletismo, natación, gimnasia y futbol de sala.
Generalmente la CONADE sufraga los gastos de los deportistas para que vayan a competir en otros países, pero esta vez sólo pagó los viáticos para 16 de los 31 competidores (con viáticos me refiero a 900 mil pesos que sólo cubrían los gastos de traslado, comida y hospedaje).
Para que la CONADE sufragara los gastos le exigió a los deportistas que rompieran marcas en las disciplinas en que competían, y que fueran de los primeros lugares a nivel mundial (siendo que a los deportistas para los juegos olímpicos, aunque son muy buenos en sus disciplinas, no les son exigidas tales cosas para ser patrocinados). Pero a final de cuentas, sólo pagó viáticos a 16 deportistas, y el resto tuvo que usar sus propios medios para asistir a la competencia, y por supuesto, hubo quienes no pudieron viajar por falta de recursos.
La CONADE argumentó que el hecho de no haber patrocinado a todos los competidores era porque “ellos sólo hacen deporte por recreación y no con fines competitivos”, lo cual es un error. Estos deportistas deberían ser considerados como atletas de alto rendimiento, pues en realidad entrenan y se esfuerzan igual que cualquier deportista olímpico, sin importar su condición.
A veces hay personas que no entienden que “discapacidad” no significa alguna enfermedad del cerebro…